martes, 20 de agosto de 2013

Julius el fogoso




Se nos escapa Julio. Julius el fogoso arremetió contra nosotros lanzando bolas de fuego y bolsas de hielo. La nieve reciente en el puerto de Béjar es testigo de la dicotomía de sus impulsos. La sierra parece un gorila de espalda plateada mirando las noticias entre las nubes; nada interesante; la misma postura aristocrática de nuestros mandatarios posando con su mejor traje para las fotos del telediario. A él ya no se la cuelan, los gorilas escatiman las palabras, sin embargo sus gestos inequívocos apabullarían a cualquier crítico al recostarse echándose la siesta, dejando de lado los noticieros. Los gorilas esquivan la mediocridad con tal elegancia que las argucias de los políticos les resbalan por las laderas de sus pilosos flancos, serán otros de vida más fugaz los que tengan que rebelarse, ellos permanecen impertérritos ante la avalancha de recortes que oscila sobre la soga de nuestras vidas. Son los frutos maduros de un tiempo que data la orogenia cincelando su litografía de silíceo, los frutos -que pesar del esfuerzo de nuestras manos- permanecerán graníticos, asentados en la vertiente más hierática del tiempo, si subrogarse a primas de riesgo, ni avatares de ladrones del rédito que frecuentan las tabernas en la franja divisoria con nombres como “cajas sin lindera” de vapor efímero.

Autora texto: Ana Ruibarbo


Autora foto: Aisha B/Proyecto Gran Simio-