miércoles, 29 de junio de 2011

Epistolario penúltimo.


Como una losa que aprisiona los pulmones se perfilan los días en el horizonte, mientras, te acompaño en  esta singladura marcada como la pauta en nuestra propia concepción.

Cada segundo navegamos hacia el ocaso, para eso vinimos aquí. Nadie sabe si seremos como individuos la ruptura de un proceso, el catalizador de otro, la mutación en un microcosmos que evolucione e irrumpa en dimensiones más allá de nuestra certeza. Quizá resulte  más sencillo tener peso como especie, dejarnos de egocentrismos personales.
¿Somos como a priori parecemos un microbio en esta red llamada universo?  ¿Un microbio imprescindible para el futuro de la vida? Estoy convencida de nuestra pequeñez al tiempo de nuestra trascendencia.

Mi deseo es que esa consciencia del tiempo efímero  no nos impida disfrutar de este fantástico viaje con esa puesta incluída, podamos superar los calambres que provocan las mutaciones del trayecto. Y aprovechar el éxtasis de este instante que se llama existencia.